Los millonarios proyectos mineros en nuestro país desde hace
algún tiempo vienen suscitando conflictos sociales que arrecian en el sector
minero, el cual según analistas es una de las principales fuentes para nuestra
economía.
En lo que va del año, tres importantes proyectos mineros que
aguardaban inversiones de casi US$6.000 millones fueron cancelados o
suspendidos en medio de protestas de pobladores.
A continuación, cinco conflictos latentes en proyectos
mineros debido al rechazo de las comunidades:
PROYECTO MINAS CONGA
– YANACOCHA
Minas Conga es un proyecto de oro y cobre de US$4.800
millones ubicado en la región norteña de Cajamarca cuyo desarrollo ha sido
postergado por la empresa ante fuertes protestas de pobladores que temen
quedarse sin sus recursos hídricos.
El emprendimiento de la estadounidense Newmont y la peruana
Buenaventura busca producir desde fines del 2014 entre 580.000 y 680.000 onzas
de oro cada año.
Para ello, las empresas prevén trasvasar el agua de cuatro
lagunas a tres reservorios, lo que ha despertado reclamos de un fuerte impacto
en el ambiente. El futuro del plan minero quedaría ahora en manos de una
investigación de expertos internacionales que pedirá el Gobierno.
PROYECTO TIA MARIA –
SOUTHERN COPPER
Tía María, ubicada en Arequipa, es un proyecto de US$1.000
millones de dólares de Southern Copper. El plan enfrenta el rechazo de la
población, que teme se use el agua de sus cultivos en sus operaciones.
Tras las violentas protestas que se produjeron en abril
pasado, que dejaron al menos tres muertos y medio centenar de heridos, el
Gobierno del entonces presidente Alan García rechazó el estudio de impacto
ambiental del proyecto por “observaciones inviables” y dispuso el retiro de
equipos, maquinarias e instalaciones en la zona. Ante ello, Southern Copper
debe de realizar un nuevo estudio ambiental.
Southern Copper también enfrenta el rechazo de la ampliación
de su mina Toquepala, en la región sureña de Tacna, cerca de la frontera con
Chile, por una disputa por el suministro de agua.
Los pobladores piden que el proyecto, de US$800 millones,
sea ejecutado con agua de mar desalinizada debido a la desertificación en las
zonas agrícolas vecinas.
LAS BAMBAS – XSTRATA
El proyecto de cobre Las Bambas, de la gigante Xstrata , se
encuentra en la región andina de Apurimac.
La inversión prevista es de US$4.200 millones de dólares. La
empresa comenzaría a construir la mina antes de fin de año y según los planes
de la firma produciría desde el 2014.
Sin embargo, a inicios de noviembre, miles de pobladores se
enfrentaron con la policía para exigir -según sus dirigentes- la exclusión de
dos zonas de Apurimac de la explotación minera informal. Pero analistas temen
que estas protestas podrían replicarse y llegar a Las Bambas, en medio de la
mayor efervescencia social en demanda de mayores beneficios del rico sector
minero.
QUELLAVECO Y
MICHIQUILLAY – ANGLO AMERICAN
Anglo American, la cuarta mayor minera diversificada del
mundo, tiene el proyecto cuprífero de US$3.000 millones de Quellaveco, ubicado
en la región sureña de Moquegua.
La región rechaza el plan por temor al suministro del agua.
La firma espera iniciar la construcción del proyecto en el 2012 con miras a
producir unas 220.000 toneladas de cobre al año.
Anglo American controla también el proyecto de cobre
Michiquillay, localizada en la región norteña de Cajamarca y que requiere una
inversión de US$1.000 millones de dólares.
Michiquillay fue otorgado en concesión en el 2007 y desde
entonces ha sufrido varios retrasos por protestas de las comunidades vecinas,
que reclaman mayor inversión social.
SANTA ANA – BEAR
CREEK
El Gobierno revocó en junio la concesión del proyecto de
plata Santa Ana de la canadiense Bear Creek, localizado en la sureña región de
Puno, cerca de la frontera con Bolivia, en medio de protestas que dejaron al
menos cinco muertos y decenas de heridos debido a temores de daños ambientales.
Bear Creek planeaba invertir unos US$71 millones de dólares
en la mina Santa Ana para desarrollarla desde el 2012 y producir unos 5
millones de onzas de plata en los primeros seis años.
Fuente : El Comercio
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